Las novelas juveniles siempre me han encantado, pero hacía tiempo que no me sentía niña leyendo hasta que di con “Sophie en los cielos de París”.
Debo decir que la escogí porque el título me intrigaba, pero una vez leída, fue un acierto cogerla, porque es tan emotiva que te hace meterte en el papel de la protagonista y sentir curiosidad incluso hasta su dolor.
Tras hundirse un barco en el Canal de la Mancha, una niña de apenas un año aparece flotando en un estuche de violonchelo y es rescatada por un erudito y aventurero londinense llamado Charles Maxim. De esta forma tan extraordinaria comienza la conmovedora historia de Sophie y Charles, quien, una vez constatada la desaparición de la madre de la niña, se convierte en su tutor legal. Sin embargo, con el paso del tiempo, se apodera de Sophie la idea de que su madre sobrevivió al naufragio, y aunque Charles le advierte que eso es casi imposible, para ella el «casi» significa que existe «alguna» posibilidad, y ésta, por remota que sea, jamás debe descartarse.
Así pues, a pesar de que la única pista que tienen es una dirección parisina grabada en el estuche del chelo, Charles, que lo daría todo por verla feliz, accede a acompañarla a París para iniciar la incierta búsqueda. Allí, en una noche mágica, Sophie conoce a Matteo y sus amigos, unos jóvenes vagabundos que recorren la ciudad por los tejados y que enseguida se prestan a ayudarla para que su sueño se haga realidad.
“Sophie en los cielos de parís” es un libro con 224 páginas de tapas duras, escrito por Katherine Rundell y editado por Editorial Salamandra.
Esta recomendado para adolescentes de +12 años.
Sophie sobrevive a un naufragio metida en una funda de violonchelo, lo que hace que la música le acompañe durante su ansiada búsqueda.
La educación un tanto peculiar de Sophie, se debe a que fue criada por Charles, un erudito, que Le enseña la vida desde un punto de vista diferente al resto de las personas y es por ello que la asistenta social, rechaza su forma de educarla y quiera quitársela.
Sophie está segura que su madre sobrevivió al naufragio y pone todo su empreño en encontrarla, aunque solo tiene como pistas, sus tiernos recuerdos junto a su madre y una dirección que encuentra dentro del violonchelo y sobre todo la música que cree haber escuchado tocar a su madre.
Tras salir huyendo de Londres, va tras la dirección y los lleva a Paris, allí conocerá a los tejabundos, unos niños huérfanos que tras escaparse de los orfanatos hicieron de los tejados sus hogares.
Matteo, el chico de los tejados que vive cerca de donde se hospeda Sophie, la ve como una intrusa que va pisando su territorio, pero al final se hacen amigos y le brinda su ayuda.
Con la ayuda de esos nuevos amigos, aprenderá a volar por los tejados, a que las cosas compartidas saben mejor, y a que la amistad está por encima de todo, incluso en los malos momentos.
Me he quedado con la miel en los labios, quizás porque me hubiese gustado saber cómo termina cada personaje tras el hallazgo encontrado…
Aun así es un libro que recomiendo porque involucra, saca la niña que llevamos dentro y enseña valores como el papel de la familia, los amigos y sobre todo nos enseña que debemos creer en nuestros sueños, aunque parezcan imposibles.
¿Conocías este libro?
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